miércoles, 24 de agosto de 2011

SIN PALABRAS, CON AMOR

Una sola palabra, un estado natural, constituyen el título de este libro que este verano he vuelto a releer. Para aquellos que, por diferentes razones, hemos tenido que vivir momento " difíciles" por las características de nuestros hijos, hermanos o personas que forman parte de nuestra vida, constituye un verdadero balón de oxígeno, una ventana por la que podemos mirar y ver horizontes diferentes. 
Para aquellos que no quieren ver, que esconden y niegan realidades. Para aquellos que miran al futuro con valentía. Para todos los que creemos en los prodigiosos pilares del amor


"Quieto cubre siete años en la vida de nuestro hijo Lluís Serra Pablo, alias Llullu, que nació con una grave encefalopatía, escribe el autor. La terminología médica dice «encefalopatía no filiada», el lenguaje popular «parálisis cerebral» y el lenguaje administrativo «discapacitado con grado de disminución del 85%». En casa, todas estas etiquetas cuentan poco. Lluís es nuestro segundo hijo. En Quieto he buscado explicar el ambivalente estado emocional que provoca tener un hijo que no progresa adecuadamente"  Marius Serra

Os recomiendo el siguiente enlace en el que podéis escuchar a Márius Serra, padre y escritor de "Llullu". Todo un placer escucharle
                                                                     .http://youtu.be/_QASu2YtcJQ













3 comentarios:

Labidú dijo...

Gracias por mostrarnos este libro. Lo pediré, ya. Besinos.

Celia López dijo...

Ya me contarás qué te ha parecido.
Entre otras miles de cosas, tengo especial predilección por la lectura de libros cuya temática pertenezca al mundo de la Educación Especial, la integración y las mal llamadas "discapacidades", y no sólo por deformación profesional, aunque reconozco que no es una tema que pueda interesar a todo el mundo. Mi intención es haceroslo llegar y compartir opiniones, lecturas y sugerencias. Un besín

Mª Rosa SERDIO dijo...

De todos los dones que nos aportan las personas especiales sólo somos conscientes los que las hemos tenido en la familia. Y pueden ser quienes permanecen niños para siempre o nuestros mayores que se han regresado a la infancia.
Cada uno de ellos nos ofrece la oportunidad de la NORMALIDAD y de la ALEGRÍA, un camino diario de superaciones pero que, con los brazos y el corazón abiertos, se hace menos empinado y MÁS humano para todos. Al final SIEMPRE reconoceremos que son un regalo inesperado que hemos de COMPARTIR.